Veintiún torres se entrecruzan y superponen como una masa monolítica que se asemeja a una serie de montañas bellamente integradas. La configuración nocturna se centró en enfatizar su presencia y revelar los principales elementos arquitectónicos. El diseño de iluminación exterior se concentró en el ritmo de los elementos verticales y horizontales, enriqueciendo el volumen de los edificios integrados y respetando su espíritu residencial.

Una de las principales estrategias de iluminación consistió en un lavado continuo del sofito con luminarias ocultas en pequeños nichos y ranuras. El resultado es un efecto suave y cálido de intensidad media que cubre la superficie de manera uniforme. En el caso de los voladizos, los soportes de madera también se utilizaron para montar artefactos e iluminar la parte exterior del dosel, evitando cualquier entrada de luz a los edificios.

Las superficies sólidas exhiben líneas horizontales que rompen los volúmenes, dando como resultado un patrón tradicional que semeja los bloques utilizados históricamente en los hogares árabes. El efecto deseado se logró utilizando bañadores montados en las paredes dirigidos hacia estas.

Las luminarias se agruparon de acuerdo a su aplicación y método de control, optimizando el consumo de energía y maximizando la vida útil de estas.